De periodista y comunicadora a papercrafter 

De mis raíces

Nací en El Salvador. Durante varios años cubrí el conflicto armado del país como reportera de televisión. Eso sucedía mientras terminaba mis estudios en la universidad. Con algo de experiencia laboral, salí a conocer  el mundo. No tenía dinero para dedicarme solo a viajar, por tanto, me ganaba la vida trabajando. Todo eso quedó atrás. Regresé al país, trabajé en mi carrera, hice otros estudios y hoy vivo en España. Cuando vuelvo, disfruto cada segundo de las experiencias que vivo, de las comidas y sus sabores; de las sonrisas amables de la gente; de los amaneceres y el sol de la mañana; de sus paisajes verdes y abundantes; de la lluvia que cae a cantaros que parece el diluvio universal y minutos después desaparece. Todo eso es poco. Lo más valioso, es que comparto con mi familia, a quienes abrazo con intensidad. En ellos están mis raíces y que formaron con valores, a la mujer que soy ahora. Volver a casa es  encontrarme con mis amigos y amigas, disfrutar conversaciones que se hacen eternas y en las que el tiempo parece detenerse. Soy una agradecida de la vida por lo recibido.

Grecia siempre

Grecia fue mi primer país de adopción. Me empapé de su cultura, historia, lengua, religión, comidas y tradiciones. Al principio todo me resultaba extraño y yo también lo era para muchas personas, que poco contacto habían tenido con extranjeros hasta entonces. Eran otros tiempos lejos del turismo masivo de hoy o de las redes sociales. Nada fue fácil, pero fue la mejor escuela de vida que pude tener. Cuatro años después me fui del país con dos maletas, y un contenedor de conocimiento, aprendizaje, lengua y con más seguridad en mi misma. He vuelto varias veces y sigo disfrutando de ese país maravilloso, de los amigos que dejé, de sus calles complicadas de entender, del caos al conducir, del calor insoportable de verano y aún así, me encanta. Su comida es algo que no podré olvidar.  

Scraproom/estudio

El estudio es mi lugar favorito de casa. Aquí pasó muchas horas trabajando y disfrutando de mi mundo entre papeles, herramientas y rotuladores. También es el lugar desde donde escribo en mi diario de gratitud, hago álbumes de scrapbooking, anoto las tareas en el Bullet Journal, dibujo, hago lettering  o trabajo en el ordenador. Muchas cosas para un minúsculo espacio. No sé cuántas veces he cambiado todo de sitio. He llegado a la conclusión que lo hago cada vez que tengo que tomar decisiones importantes, organizar mis ideas o aclarar pensamientos. Me gusta que todo esté ordenado y cada objeto tenga su hogar, como dice Marie Kondo. No siempre lo logro. Hay días en los que todo termina hecho un caos, pero aunque no es un lugar perfecto ni el más bonito del mundo, es mi espacio funcional de trabajo y me encanta lo que hay en él, obtenido a base de mucho esfuerzo, ahorro y sacrificio.

Para adultos

Me encanta el café, pero solo desde hace unos 10 años. Antes de eso, lo consideraba una bebida para «personas mayores» y sabes por qué. Porque de pequeña veía a mis padres, tíos y tías, disfrutar de una tacita de café con pan dulce, acompañado de un bizcocho, una semita o una magdalena. Eran  tardes del fin de semana en la que ellos conversaban y yo jugaba con mi hermana, primos o amigas. Tarde mucho en entender que tomar café no tiene relación con la edad. Hoy lo disfruto cada mañana. Mi favorito: un café más bien largo, sin azúcar, un poquito de leche caliente y un toque de canela.